En mi escuela, a los 16 o 17 años, cada alumno elegía un tema sobre el cual trabajaba e investigaba durante un año. Al final de aquel período debíamos presentar un trabajo escrito, una disertación pública y una demostración artística. El resultado final de todo el trabajo bien podía ser una pieza de carpintería, un instrumento…
Yo elegí el tema “bailes folclóricos europeos” y cómo esos bailes caracterizan “el alma de su pueblo”. Me sumergí en todos los grupos de bailes folclóricos de mi ciudad, participando en workshops y festivales y preparando al mismo tiempo un grupo de alumnos voluntarios para mi presentación final con música en vivo.
Aquel trabajo escolar fue trascendente en mi vida. Por primera vez me sentí tan atraída por la música y el movimiento. El disfrute en grupo de los bailes, las diferentes músicas (griegas, rusas, rumanas, inglesas, francesas…) ¡me daban mucha alegría y entusiasmo!
Desde entonces comencé a dictar cursos de bailes folclóricos en todos los lugares donde viví, animando a la gente en fiestas, casamientos, etc.